La cirugía de implantes dentales es un procedimiento que reemplaza las raíces de los dientes faltantes o dañados con estructuras de titanio que parecen tornillos sobre los cuales se colocan dientes artificiales o coronas.
La cirugía de implantes dentales es un procedimiento que reemplaza las raíces de los dientes faltantes o dañados con estructuras de titanio que parecen tornillos sobre los cuales se colocan dientes artificiales o coronas.
Para la mayoría de los pacientes, la cirugía requiere de dos fases. La primera contempla la colocación del implante dental en el hueso. El tiempo de cicatrización varía y depende de una serie de factores como la dureza del hueso. Dentro de tres a cuatro meses después de la cirugía, los implantes dentales están debajo de la encía uniéndose gradualmente al hueso. Durante ese tiempo, el paciente podrá utilizar prótesis temporales.
Una vez que el implante se une al hueso, comienza la segunda fase. Se descubre el implante y se le pone un aditamento de cicatrización para que la encía no vuelva a cubrirlo. Después de dos semanas, el dentista toma una impresión para crear los nuevos dientes. Los postes o aditamentos se unen al implante y las coronas son colocadas sobre estos.
Las dos fases requieren de cuatro a ocho meses dependiendo del paciente y del caso.
Después de la colocación de los dientes, se pasa a la fase de mantenimiento. En esta fase es básico que el paciente acuda regularmente con el especialista para eliminar correctamente la placa bacteriana. Asimismo, es de vital importancia la buena higiene dental del paciente para garantizar el éxito del procedimiento.
La colocación de implantes dentales es una cirugía menor que se realiza con anestesia local y suele durar una hora. Al contrario de lo que mucha gente piensa, es una intervención sencilla que supone menos molestias que la extracción de una muela del juicio. En la mayoría de los casos, los pacientes pueden llevar una vida normal desde que el momento que termina el procedimiento.
Sin embargo, hay muchas personas que la cirugía les produce miedo y ansiedad. Para aportar mayor relajación a estos pacientes, se cuenta con un servicio de sedación. De esta manera, la persona estará semiconsciente todo el tiempo que dura el procedimiento mientras es supervisada por un médico anestesista.
La colación del implante se realiza con anestesia local o, si se desea, con sedación intravenosa, por lo que no es una intervención dolorosa. El postoperatorio es en general poco molesto si se siguen las recomendaciones del periodoncista.
Debido a que la cirugía es sencilla, se puede regresar inmediatamente a la rutina habitual; solamente se deben seguir unos sencillos consejos post-operatorios como evitar realizar esfuerzos físicos por una semana.
Conviene esperar hasta que el efecto de la anestesia desaparezca para empezar a comer o beber algo (al menos dos horas después de la intervención). Durante el primer día se recomienda ingerir dieta blanda y fría ya que la comida o bebidas calientes pueden causar malestar. Después se puede empezar a comer con normalidad cuidando de no masticar en la zona intervenida evitando los alimentos irritantes y condimentos fuertes como el café y el picante por los próximos cuatro días.
Es importante acudir con el periodoncista para el mantenimiento de la prótesis o los dientes provisionales con el objetivo de evitar que impacten de manera directa al implante mientras cicatriza el hueso alrededor de este. A su vez, es recomendable evitar el tabaco ya que interfiere con el proceso de cicatrización.
Si el implante se mueve o se afloja durante el periodo de osteointegración hay que extraerlo y reponerlo por uno nuevo; la unión del implante al hueso requiere la no movilidad del mismo.
El aflojamiento del tornillo (que sostiene al aditamento protésico) una vez completado el proceso de osteointegración es una complicación frecuente que tiene fácil solución. El tornillo se aprieta, se le da el torque adecuado y se sella de nuevo la conexión implante-corona.
Las causas varían de acuerdo al momento en que se produce la pérdida. Si es al poco tiempo (de dos a tres meses) es por falta de osteointegración, la cual puede ser ocasionada por una infección en la zona, alteraciones en la cicatrización (producidas por diabetes, radioterapia, quimioterapia, tratamientos con bifosfonatos y corticoesteroides) o implantes de mala calidad. Después de los seis meses las causas generalmente son por mala higiene, sobrecarga en el implante dental (mal diseño de la prótesis o de la mordida) y periimplantitis.
El injerto de encía y hueso son procedimientos que no se realizan en todas las cirugías de colocación de implantes. Sin embargo, hay ocasiones en las que el paciente lo requiere.
Cuando se pierde un diente, con el paso del tiempo el hueso que sustentaba la pieza dental va perdiendo altura y grosor. Si no se dispone de suficiente cantidad de hueso o no hay, será necesario realizar un injerto óseo que sirva para soportar al implante. De la misma forma, la pérdida de una pieza dental ocasiona que la encía adelgace o se pierda, en cuyo caso también se necesitará realizar un injerto de encía para lograr el éxito del implante.
Al igual que los dientes naturales, los implantes dentales precisan de una adecuada higiene bucal y de visitas periódicas con el periodoncista para evitar enfermedades como la mucositis (inflamación de los tejidos blandos que rodean al implante) o periimplantitis (infección que afecta al hueso y a la encía).